Premio de Ilustración del Festival de Bolonia
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La naturaleza salvaje es un lugar prodigioso. Internarse en ella es cruzar una puerta invisible. El mundo cambia a nuestro alrededor y nuestra identidad se tambalea. Bajo la bóveda celeste algo se desata, un vendaval silencioso, quizás el vÃnculo con una presencia que siempre habitó en nosotros. Perderse en una montaña, en cualquier montaña, también conlleva perder algo que éramos en nuestra vida anterior. Al regresar, como en un sueño, el mundo conocido se vuelve ignoto por unos instantes. Y nÃtidamente sentimos que durante un breve lapso de tiempo fuimos otro